Cielo en los labios

jueves, 25 de febrero de 2010

Cuando estás en Japón, la adrenalina que genera tu cuerpo hace que veas las cosas desde una perspectiva algo distorsionada. Puede que simplemente sea mi mente la que está distorsionada. Pero lo cierto es que cuando vuelves por segunda vez, ves las cosas con otros ojos, la emoción sigue estando ahí, a cada paso, en cada café que tomas, pero puede que la llama de la ilusión que ardía en tus ojos la primera vez, sea mucho más ténue en la segunda.

Puede que sea un caso aislado, pero cuando vas allí a vivir las cosas de primera mano te das cuenta que te aferras a algo que ya no existe, que vive de tu ilusión, pero justamente es esa ilusión lo que hace que sea cada vez algo más íntimo, más tuyo, lo que te conforma como individuo. Y es que por encima de todo, debe primar el individuo, con sus intereses, aptitudes, ambiciones, inquietudes y todos los "-es" que queráis añadir. El sentimiento de hermandad, ese asentamiento de pertenecer a un colectivo, hace tiempo que murió en mí. Vivo como individuo, puedo compartir más o menos intereses con un grupo concreto de personas, pero identificarme con ese grupo es algo que deseché hace tiempo.

Está de sobra hablar de lo que significa para mí o lo que deja de ser; yo lo sé y eso me basta; pero cuando el consumismo te invade, necesitas algo que te haga reaccionar, algo más allá de ese pieza acuarelada.
Y de pronto te encuentras con ello, y sientes que se te encienden las mejillas y no precisamente del frío, puede que incluso se te escape una lágrima o una sonrisa burlona.

Porque esa comercialización masiva de valores, de unos valores que nos han hecho creer como si fuesen las Sagradas Escrituras dejan de tener sentido cuando los prostituyes tan a la ligera. Valores que hemos querido materializar, que hemos querido amoldar a nuestro yo interior, valores prefabricados. Prefabriados porque nos los hemos inventado para encontrar alguna raison d'etre a lo que somos.

En una visita a la ciudad de Osaka me encontré probablemente con uno de los carteles más significativos y que mejor pueden reflejar lo que soy (iba a utilizar "somos" pero si yo no me identifico con un colectivo, puede que simplemente ese colectivo no se identifique conmigo y se sienta confrontado con mi opinión). Está grabado en mi corazón desde que lo ví, cosido con hilo de oro en mi realista locura.

Cada detalle de nuestro ser no es más que una reinterpretación de todos los inputs que recibimos.

Toe Cocotte y tu casa de enseuño.

domingo, 21 de febrero de 2010

Toe Cocotte es una tienda nipona especializada en accesorios y decoración de inspiración victoriana y rococó. Todo con un toque de reinterpretación de aquella realidad.
Podemos encontrar desde anillos, sellos, muebles y ropa para personalizar cada uno de los rincones de tu hogar y tu alma.
La grandiosidad de esta tienda es que inspirada en historia Europea, da un salto al mercado internacional y al pago con paypal.

La página web de susodicha maravilla: Toe Cocotte

Y alguna cosas que os pueden sacar una sonrisa en los días de lluvia y ceniza.







Nuevo y viejo, bajo un mismo techo.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Hoy he leído una de las entrevistas más interesantes sobre Visual Kei. Que el Visual Kei como tal, como compendio, como entendimiento de lo que un día fue, está agonizando, no es una novedad. Quizás muchos pensarán que pocos son los grupos que realmente tienen el espíritu que un día nos cautivó a todos.
Miyavi, ya anticipó con su "Neo Visualism" lo que se aproximaba: una oleada de grupos sin magia ni alma, un tsunami de colores, caras monas y poca música salvable. Lo triste no es sólo que el Visual se estubiese quedando sin mecha, sino que esa nueva tendencia Neo Visual, ha evolucionado a un montón de nada. Sí, un montón de nada. Cenizas en el camino, ni eso nos queda.
Cabe decir que a no ser que seas un fan japonés del Visual Kei, tu opinión, interacción y visión de la realidad, es de lo más pasiva. Puedes darte cuenta de que pasan los años y ni un sólo grupo de los que están en tu mp3 sigue en activo, pero tu desconocimiento del medio, idioma, e impotencia, no te dejan interactuar con la realidad nipona. Y te preguntas una y mil veces, si esa sensación de vacío, de marketing sin sentido y de publicidad a toca teja, también la aprecian en Japón. Empizas a cuestionarte si sólo son unos pocos los que echan de menos ese Visual que te desprendía mil y una sonrisas, que te hacía imaginar que cada segundo de tu vida merecía la pena.

La revista Cure de este mes de marzo, saca en su portada una foto de los productores más famosos dentro del Visual Kei. Todos con traje pero fieles a su estilo: Kamijo, Kizaki, Tomozo, Kenji, Michiru, Izumi, son los protagonista de una portada que sin duda dará mucho de lo que hablar.
He intentado ser objetiva con lo que iba leyendo, pero cada vez que alguno de ellos hablaba, no sólo venían a mi mil y una imágenes de tours pasados, sino también un grito de unanimidad que podría silenciar ciudades.
Todos ellos, amantes de la música, hablan con pasión de un estilo que es exclusivamente japonés y que nadie podrá copiar jamás. Defienden lo que un día significó para ellos, como músicos noveles que querían comerse el mundo, que querían transmitir lo que tocaban y hacer llorar con cada una de sus letras, todos ellos defienden su visión del Visual Kei (que bajo mi punto de vista, no es que sea la visión "verdadera" sino que es la única visión posible).

El sentimiento de rechazo que sienten hacia los grupos actuales, no es un sentimiento con odio, es un sentimiento con ganas de ayudar, aconsejar y abrir los ojos. El mejor grupo no es el que vende más discos, ni el que tiene más público en los conciertos, sino el que consigue conectar y transmitir con su música al oyente. El que conquista el corazón, el que se aferra a tu arteria y no escapa jamás.